El power trío cordobés regresó al Oeste con su
potencia habitual para dar dos shows, que contaron
cada uno con repertorio diferente.
El feminismo se ha instalado en casi
todos los aspectos de la vida social en las civilizaciones occidentales,
al punto que ya no sorprende que una mujer sea Presidenta de una Nación
o CEO de una importante empresa. Enhorabuena, este fenómeno también se
ha extendido al Rock Nacional, y en los últimos años han comenzado a
asomar interesantes proyectos que tienen a chicas al frente de una banda
bien rockera, y Eruca Sativa se encuentra en el centro de esa escena.
En un ambiente con muchos prejuicios y sin referentes de jerarquía que
marquen las pautas, aunque podemos encontrar algunos casos aislados que
dieron algunos indicios como La Torre en los 80 (que actualmente ha
regresado para seguir rockeando, si la ciática se lo permite) o Erica
García, quien a principios de los 90 integró el trío femenino Mata
Violeta y luego continuó con su carrera solista; Eruca busca romper con
esta tradición de la mano de una propuesta urgente, visceral y directa,
tanto musical como también líricamente.
El show comenzó con
Neuroina, un quinteto rockero de guitarras al frente, que tocaron temas
de su EP homónimo y hasta se dieron el gusto de hacer algunos cover
¡bastantes diversos! como “Song 2” de Blur, “Psycho Killer” de Talking
Heads y “La parabellum del buen psicópata” de Los Redondos.
Luego subió
al escenario Tierra del fuego, un trío con cierta impronta grunge, que
arrancó su breve pero contundente set con “La espera” y “Detrás del
cristal”. “Buenas noches”, saludó Fernando Aguirre (guitarra y voz), y
dio paso a una sucesión de temas nuevos: “Humo del aire” y “Súper
imposible” (que dará título al quinto disco). El grupo oriundo de
Florida provincia de Buenos Aires retornó al Oeste luego de bastante
tiempo, tal es así que el baterista Agustín Bianchi recordó que la
última vez que habían estado en Santana el escenario se encontraba
ubicado en otro lugar. El oscuro temazo de «Míticos Animales» (2003),
“El mono en la pared”, culminó un conciso show de poco más de 30
minutos, que sirvieron para demostrar la calidad de esta gran banda.
Entrando en la madrugada, la
banda formada por Lula Bertoldi (guitarra y voz), Brenda Martín (bajo y
coros) y Gabriel Pedernera (batería) salió a escena para hacer delirar a
un público conformado en su gran mayoría por adolescentes, que colmaron
la capacidad del pequeño y cálido recinto del Oeste. Desde el comienzo,
el trío desató un vendaval de energía interpretando dos temas del debut
discográfico «La carne» (“Locura es no ser” y “No pueden”) y otras dos
canciones de la segunda placa «ES» (“Mi apuesta” y “Una vida”). “¡Buenas
noches!”, saludó Lula y pidió un aplauso para las otras bandas que
habían participado de la fecha, y la gente respondió con los primeros
cánticos: “Y dale, y dale, y dale Eruca dale”. Nuevamente la cantante
tomó la palabra, esta vez para explicar el motivo de las dos
presentaciones en Ramos Mejía: “A veces se nos hace difícil armar la
lista de temas, entonces dijimos: ‘Por qué no hacemos dos shows, y
tocamos todo lo que queremos’”, comentó la voz líder, y ante el pedido
de un acústico, respondió: “Teníamos ganas de poguear”.
Y para que el público saltara
enfervorizadamente nada mejor que la contundencia de “Frío cemento” y
la aplastante versión de “Eleanor Rigby” de los Beatles. Lula es una
frontwoman por naturaleza, porque a nivel musical deleita y estremece
con la destreza con la que toca su guitarra y con la capacidad para
adaptar su voz a las diversas exigencias rítmicas, mientras que en lo
personal tiene un carisma y una actitud excepcional que le permiten
interactuar con su gente y moverse en el escenario con una espontaneidad
envidiable. Otra de las piezas claves en el sonido contundente de la
banda es la bajista Brenda Martín, que parece más introvertida a la hora
de hablar al micrófono, sin embargo sonríe constantemente y hace
comentarios al pasar a los espectadores que la miran casi obnubilados.
En el fondo como un recio defensor se ubica el batero Gabriel Pedernera,
quien con su cresta colorada demostró sus dotes de joven pulpo durante
todo el show.
Los únicos instantes en que bajaron unos
decibeles de potencia fueron cuando tocaron las baladas “Para ser” y
“Foco”, y como la calma que antecede al huracán arremetieron nuevamente
con la distorsión con “Lo que no ves, no es”. A partir de ese momento y
hasta el final, el repertorio fue demoledor: “Para nadie”, “Paraíso en
retro”, “Magoo”, “La carne”, “Quemas” y “Blanco”. “Muchas gracias. ¿Nos
vemos mañana?”, se despidieron.
Con apenas 5 años de carrera, Eruca
Sativa ha logrado dar algunos pasos muy importantes que otros grupos con
más trayectoria no han podido y las razones se pueden encontrar en el
cuidado material editado o en la precisión de la banda en vivo. Con
muchas cualidades y algunas cosas aún por pulir, el grupo se perfila
como una de las grandes apuestas para nutrir la plana mayor del Rock
Nacional. Como afirma el sociólogo André Michel: “El feminismo logrará
hacer caducos e irrisorios los sistemas anticuados.” Y Eruca ya lo esta
demostrando.
Fuentes: Yo del Oeste Soy.../Rock.Com.Ar
Fotos: Julián Gonnella
Video: YouTube/Canal de Yo del Oeste soy...