Potente y emotivo, el cantante presentó en el Planetario su show
conmemorativo de las dos décadas de El amor después del amor en el marco
del Movistar Free Music.
No llevó más de unos segundos, mientras empezaba a sonar una base
rítmica programada con un sonido inconfundiblemente latoso, después unos
teclados, la banda acoplándose lentamente a oscuras y la voz de Fito
Páez todavía fuera de escena, empezando a cantar las primeras estrofas
de "El amor después del amor" como si sus palabras llegaran desde algún
lugar de nuestra memoria, una materialización sonora de nuestro pasado
-los que éramos en 1992 cuando El amor después del amor salió
a la calle con esas catorce canciones que aún nos pertenecen de una
forma íntima y a la vez colectiva, parte de la identidad de haber
crecido en los noventa-, para que la noche en el Planetario volviera a
imantarse con el espíritu de ese disco.
Y cuando a los dos minutos la canción se electrifica y
en el álbum su voz empieza a mezclar con los gritos de Claudia Puyó,
Fito entró al escenario con sus maneras de rockstar energético y
desarticulado, traje negro y anteojos oscuros, para resolver el resto en
el presente, para los que somos ahora, en un dúo vocal con la
colombiana Adriana Ferrer, una morena imponente, de caderas anchas y
pelo rubio y espumoso, que estuvo a la altura de las circunstancias
aunque no fuera exactamente la voz que estuviera sonando en nuestros
recuerdos.
Después, en un setlist que respetó el orden del disco,
Fito se sentó al piano para "Dos días en la vida" y subieron al
escenario Fabiana Cantilo y Celeste Carballo para ponerle sus voces de
heoínas curtidas a Thelma y Louise. Después, el resto del show navegó
por los distintos estados del disco: el reposo mid tempo de "La
verónica", la potencia rítmica entre jazzera y funk de su nueva banda
con "Tráfico por Katmandu" y, para "Pétalo de sal", la pista de voz de
Luis Alberto Spinetta aportándole una emoción al tema que no sonó para
nada artificial. "Es muy emocionante estar acá esta noche, vamos a
recordar momentos de nuestras vidas, vamos a disfrutar de las voces de
diversos artistas", dijo Fito antes de la canción. "Por primera vez, el
Flaco y yo vamos a cantar 'Pétalo de sal' juntos en Buenos Aires".
Otra vez al piano, antes de tocar "Un vestido y un
amor", contó la historia de una pelea con Cecilia Roth y cómo había
logrado que no lo echara de su casa y reconquistarla después de
componerle la canción en cuarenta minutos. "Para vos, Ceci, que estás
por ahí", dijo Fito. Y a partir de ahí, el resto de la primera parte del
show fue un crescendo de emotividad que siguió con "Tumbas de la
gloria", "La rueda mágica" con pistas de voz nuevas grabadas por Charly
García y Andrés Calamaro, "Detrás del muro de los lamentos", "Brillante
sobre el mic" y "A rodar mi vida".
Después de un intervalo, hubo una segunda parte con más
clásicos de sus otros discos, acompañado por una banda de una solidez y
ductibilidad asombrosa, aportándole brillo a las canciones desde cada
instrumento, en las versiones de "Cable a tierra", "11 y 6", "Polaroid
de locura ordinaria", "Al lado del camino", "Mariposa Tecknicolor" y una
versión atronadora de "Ciudad de pobres corazones", con Fito colgándose
la guitarra por única vez en la noche, en un frente violas que incluyó
también a Charly García y que terminó con ellos dos y Dizzy Espeche en
una cumbre emocionante de cuerdas. Aunque esta ciudad a veces le dé
ganas de ofrecer su corazón y otras veces le dé asco, ayer a la noche
quedó claro que Fito puede seguir dándose el lujo de decir lo que quiera
y seguir siendo escuchado, porque es el tipo que compuso la banda de
sonido de una época, de esta ciudad, y porque, todavía hoy, esas
canciones siguen hablando de nosotros.
Por Juan Morris
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Fuente: RollingStone Argentina
Fotos: Matías Altbach
Video: YouTube