El grupo liderado por Adrián Dárgelos dio el primero de sus cinco shows íntimos en Colegiales.
En el 2002, mientras todo el país veía la manera en la que
recomponerse tras una crisis económica y política, Babasónicos paladeaba
las mieles de su esperado éxito tras más de diez años de intentar
dominar olas contracorriente. Jessico, el álbum que los
catapultó al estrellato local, salió en el contexto menos propicio:
mediados de 2001, con una alarma financiera de fondo y el estado de
alerta en cada rincón posible. Sin embargo, eso no quitó que a casi un
año de publicado el disco, la banda comenzase a despedirlo con un ciclo
de shows en el difunto El Teatro de Colegiales, mientras su popularidad
ascendía meteóricamente. Que once años después, Babasónicos vuelva a ese
escenario (hoy rebautizado Vorterix), hace que todo se sienta como el
cierre de un ciclo.
La publicación de Jessico no sólo significó
el ascenso meteórico del sexteto de Lanús, sino también el puntapié de
una dinámica casi constante en sus listas de temas ante cada disco
nuevo: lo que importa es el presente, y el pasado no es más que un
recuerdo. Ajenos a esa lógica, en su primera presentación en el Teatro
Vorterix (que repitieron el viernes 15 y ayer sábado 16, y lo harán nuevamente el 29 y el 30 de este mes), el grupo de forajidos liderado por Adrián Dárgelos hizo un
sutil revisionismo histórico de su carrera que devino en una de sus
performances más rockeras de los últimos tiempos.
"Calmado, matamos al venado", "Ciegos por el diezmo",
"Fiesta popular", "El shopping" y "Once" ofician de carta de
presentación e intentan revivir la estridencia que Babasónicos relegó en
el último tiempo en pos de la sofisticación de su sonido. A este ritmo
(acelerado), "Exámenes" funciona como una bocanada de aire frío previo a
retomar las tareas. Dicho y hecho, "Luces", "Su ciervo" y "La mitad de
mí" (un adelanto de Carolo, su postergado disco de inéditos de la época de Jessico) vuelven a mostrar que Adrián Dárgelos es el tipo adecuado para bajar el stoner al público masivo.
Acostumbrado a los grandes aforos, tocar en un recinto
más acotado de lo que suelen manejar le permitió a la banda apelar al
intimismo escénico a través de unos juegos de luces estratégicamente
delineados (¿Cómo hacen para que ningún miembro reciba siquiera un ápice
de iluminación en "Sin mi diablo"?) y una marquesina de leds atravesada
por estrobos blancos de luz que amplió la paleta cromática justo cuando
canciones como "Muñeco de Haití", "Deléctrico" y "Pendejo" lo
demandaban.
Si bien Babasónicos acusa más de veinte años de carrera
y su disco más transversalmente popular cumple once años en poco menos
de un mes, Dárgelos evita el revisionismo histórico. Una vez pasado el
furor, "Tormento", "El ídolo", "Yegua" y "Risa" retoman la dinámica más
frecuente en los shows del grupo de Lanús: si lo que importa no es el
ahora, al menos lo es el pasado más reciente. Siguiendo esa misma
lógica, los bises ("Deshoras", "Putita" y "El colmo") le recordaron a
todos los presentes que Babasónicos es, ante todo una banda pop. La
promesa de una extensión en su visita al arcón de los recuerdos deja un
gusto a poco, pero ¿acaso no fue esa la premisa de Babasónicos en todos
estos años? Queda en cada uno pasar de largo o hacer caso al slogan de
este ciclo y, como invoca la estrofa de "Fiesta Popular" dejarse
influenciar por el caos. Y vaya que lo hubo en Colegiales.
Por Joaquín Vismara
Fuente: RollingStone Argentina
Fotos: Tomás Correa Arce
Audio: Lo Mejor de los Medios