Los 100 mejores guitarristas argentinos: del 30 al 39

Seguimos con el listado con los más grandes violeros de nuestra historia: Ariel Rot, Santaolalla, Stuka, Juanchi Baleirón y más; mirá los puestos y opiná.

 
30. Sergio Chotsourian
Al ex líder de los natas le llevo apenas un disco (Delmar, editado en 1998) convertirse en el principal referente del stoner-rock local, pero el género le quedó chico. Su estilo épico y pasional ("tengo que hacer esto o se me parte el alma", le dijo alguna vez a Rolling Stone) evidenciaba fuentes de inspiración más profundas y diversificadas que el combo básico "ruta + marihuana", y rápidamente evolucionó hacia lo que se denomina heavy-psych, dejando fluir riffs densos y solos lisérgicos más allá de las estructuras. Además, se permitió experimentar con ritmos folclóricos en clave psicodélica (Toba Trance I y II) y fue fundamental en la consolidación del nuevo sonido heavy sudamericano al que bautizó South American Sludge. Acerca de las largas jams instrumentales en los que su banda solía derivar, Sergio Ch dijo: "Nosotros estamos pendientes de lo que se siente, no de lo que se dice. Entonces, expresamos casi todo musicalmente: no hace falta hablar, salvo en algunos momentos muy específicos, en los que la música llega a un límite". Alrededor de ese límite difuso, siempre pasible de ser vulnerado, brilla el mejor exponente de la nueva psicodelia pesada argentina.


31. Ariel Rot
Figura central a la hora de pensar la génesis de lo que habitualmente conocemos como rock en español, Ariel Rot sentó las bases del género con Tequila en España y las reforzó con Los Rodríguez alrededor de todo el mundo hispanoparlante. "Siempre he sido un aficionado al rock anglosajón y al argentino en partes iguales", reveló. Desde que llegó a Madrid en su adolescencia (donde se convirtió en alumno de Claudio Gabis), ha trabajado para decodificar el sonido clásico del rock & roll en clave local. Su estilo combina la tensión de las guitarras rítmicas con las melodías de tinte latino, un sonido muy personal que quedó registrado en sus canciones más importantes, compuestas junto con Andrés Calamaro. El tándem de guitarras que conformó con el fallecido Julián Infante en Los Rodríguez fue de una eficacia y una fluidez creativa poco frecuentes en el rock en castellano. "Yo creo que el rock es un lenguaje en sí mismo, y que cada uno lo adapta a lo que quiere decir", declaraba Rot a una revista española. "El rock es mi escuela, entonces me atrevo con distintos géneros pero nunca de una manera ortodoxa, sino de un modo más libre y caótico, tal cual es la esencia del propio rock."


2. Gustavo Santaolalla
Antes de radicarse en Los Angeles, donde se volvería mundialmente famoso como productor artístico y compositor de bandas de sonido, Gustavo Santaolalla ya había revolucionado el rock argentino al frente de Arco Iris, banda pionera en la fusión de rock y folclore. Sus fraseos con distorsión sobre ritmos en 6x8 fueron, en los discos Tiempo de resurrección y Sudamérica (1972), absolutamente innovadores. Su camino creativo continuó al mezclar guitarras y máquinas en De Ushuaia a La Quiaca, de León Gieco; y luego como productor de rock latino en discos de Café Tacuba, Molotov, Bersuit y Divididos. Su guitarra "ambiental" es una característica central de sus laureados soundtracks, como Diarios de motocicleta, Secreto en la montaña y Babel. La constante investigación de Gustavo como guitarrista y creador de sonidos sigue actualmente con su trabajo textural en Bajofondo, el colectivo rioplatense que lidera hace más de diez años. Santaolalla es además eximio intérprete del ronroco, un charango con una afinación más grave, que ha coloreado muchas de sus grabaciones.


33. Julio Moura
Cerebro oculto detrás de la máquina de sofisticación y fantasía que impuso Virus, Julio Moura suma otra página a la lista de equívocos que rodean a la banda platense. Dueño de la velocidad y el pulso melódico, tuvo en sus manos los cambios que provocó el grupo en tan sólo siete años: primero como violero new wave capitaneando los riffs atrevidos (Wadu wadu), pura aritmética de la precisión en guitarras pesadas (Agujero interior) y síntesis de modernidad durante las temporadas bailables (Relax y Locura). Pero en ninguna de esas incursiones perdió de vista la educación sentimental, en la que Jimi Hendrix, Ritchie Blackmore y Pappo son el norte. Dentro de la hermandad Virus, Julio interpretó perfectamente el ideario de Federico: como ladero rocker para destrabar esas miradas de ambigüedad y provocación, o procesar el cambio electrónico sin olvidar el anfetamínico impulso inicial. Puede ser empuñando la Fender Stratocaster o la vieja Yamaha modelo 81, aquella que en ese mismo año abrazaba a Chuck Berry en un estribillo imbatible: "Sólo quiero sacudirte para que veas las cosas como son".


34. Lito Epumer
"Lito nunca dependió del audio, él porta su sonido en los dedos", sostiene el legendario Pomo Lorenzo, baterista de Pappo's Blues e Invisible que, en 1978, convocó a Epumer para musicalizar sus primeras letras para Sr. Zutano. "Aunque no llegamos a grabar, fue la base para la primera formación de Spinetta Jade", recuerda Pomo. "Además de ser un virtuoso, Lito era uno de los pocos violeros que tocaban acordes raros, como los que hacía Luis. Y tenía, también, un manejo muy interesante de la armonía. Creo que su sello particular se debe a ese crisol de donde salieron con Pedro Aznar y el Mono Fontana." Se refiere a Madre Atómica, una explosión de talento y creatividad desde donde Epumer emergió en los 70. Después del período Jade, Lito asimiló el candombe como guitarrista de la banda de Rubén Rada. A comienzos de los 2000 lanzó Nehuén y Dos zorros, álbumes intimistas que se contraponen con el trío incendiario que actualmente comparte con Machi Rufino en bajo y el baterista Cristian Judurcha.


35. Stuka
Gustavo Fossa, conocido en la escena con el alias de Stuka, patentó el sonido punk argentino al frente de Los Violadores a comienzos de los 80, cuando Londres parecía estar en el espacio exterior y pocos sabían de la existencia de los Sex Pistols y los Clash. Primero bajista, luego guitarrista por la salida de Hari B, Stuka aportó la otra mitad creativa y el sonido áspero a la lírica urgente y contestataria de Pil Trafa, y juntos componían una imagen escénica a la altura de las canciones filosísimas de la banda. "Sonaba a rock, graves fuertes, batería que te pegaba en el pecho y la guitarra como una turbina", resume Pil de aquella primera etapa. Más tarde, vendrían otras: Stukas en Vuelo (un regreso fallido a mediados de los 90) y una curiosa sociedad, Stuka@Pil, que abrió sus límites musicales a otros estilos pero que pasó sin gloria a mejor vida. Stuka reside en Miami desde hace una década, donde experimenta en nuevos territorios e intenta expandir el legado de su sonido de guitarra. "Estoy tratando de vender el humo de un fuego que prendí hace treinta años y que todavía, por suerte, sigue encendido", le dijo a Rolling Stone en 2010.


36. Rafael Nasta
Aunque su nombre puede resultar desconocido para el gran público, en el circuito del blues local Rafael Nasta es sinónimo de calidad y pasión por el género: un refinado guitarrista porteño que tomó su estilo de las fuentes del blues urbano. "Soy un guitarrista de jazz que toca blues", se autodefine. "Hago blues moderno, del siglo xxi, algo que no es muy común en Buenos Aires: acá se toca en un estilo más tradicional." Como líder del grupo Nasta Super ha grabado cinco discos de estudio y dos dvds, que incluyen versiones de clásicos de los maestros Manal ("Todo el día me pregunto") y Pappo's Blues ("El viejo") quienes, según Rafa Nasta, "fueron los pioneros" de la escena. Con referentes internacionales obligados como Albert King, Albert Collins, B. B. King y Chris Cain, Nasta sin embargo no duda en incluir a Francisco Rivero (guitarrista que tocó con Mercedes Sosa, Dino Saluzzi y Alejandro Lerner, entre otros) en su selecto Top 10 de todos los tiempos. "Rivero fue mi maestro", dice Rafa. "Me mostró una nueva faceta de la guitarra y, algo muy importante, me dijo: «Lo tuyo es el blues. Condimentalo con otras cosas, pero no te salgas de eso»."


37. Osvaldo Civile
Poco mas de 31 años tenia "el borracho" cuando se convirtió en una suerte de mártir del metal nacional. En 1999, su muerte -un aparente suicidio que la justicia caratuló como "muerte dudosa"- lo alcanzó en pleno ascenso con Horcas, la banda que formó tras la separación del grupo seminal del heavy argentino: V8. Desde esa agrupación definió el sonido del género en este país: riffs simples pero golpeadores, uso y abuso de la escala pentatónica (como todo guitarrista con alma blusera, aunque después se endurezca), desprolijidad, un wah-wah hendrixiano y, sobre todo, mucha contundencia. Ya con Horcas se metería de lleno en el thrash-metal, grabó cuatro discos y terminó de consolidarse como referente del universo heavy: pese a su carrera relativamente breve, no hay guitarrista de metal en Argentina que no reconozca su influencia. En su último reportaje para la revista Epopeya, le preguntaron por qué las brigadas metálicas lo querían tanto: "Qué sé yo, será porque la gente ve que desde la época de V8 hasta hoy al escenario se sube la misma persona. Es muy raro mantener una mentira mucho tiempo".


38. Javier Malosetti
La información genética jugo fichas fuertes en la vida de Javier: su padre, Walter, es uno de los grandes guitarristas del jazz argentino del siglo XX. Sin embargo, el primer instrumento de Javier fue la batería. "El reflejo que yo tenía de mi viejo tocando la viola era de un tipo aburrido, sentado, y el batero se movía", cuenta Malosetti. Después vendría su dedicación casi exclusiva al bajo y, desde 1986, su trabajo junto a Spinetta, Dino Saluzzi, Rubén Rada, Lito Vitale, Alex Acuña y Jaime Roos, entre otros, además de diez discos solistas en los que navega entre el funk, el R&B y el hard-bop. Pero su amor por la guitarra, y su vuelo, siempre estuvieron. "A poca gente le veo colgada la guitarra naturalmente; uno es Keith Richards y el otro es Javier. Puede hacer sonar bien hasta una de juguete", dice Bobby Flores, con quien compartió el show televisivo de medianoche Música para soñar. Tal vez la conjunción entre el bajista consumado y el guitarrista innato cuadran a la perfección cuando se calza la M2, un bajo-guitarra de dos diapasones que le fabricó el luthier de Avellaneda Mariano Maese.


39. Juanchi Baleirón
Ante el ojo inexperto, Juanchi Baleirón aparece unidimensional: la gran mayoría sabe que fue el guitarrista que le puso ritmo al reggae en Argentina, con un estilo pop prolijo y ganchero que mantiene desde el primer hasta el último disco de Pericos y que, de hecho, suele contagiarles a las bandas que produce. No obstante, hay una faceta suya que no muchos conocen: en algún momento temprano de su carrera se debatió entre el folclore jamaiquino y el heavy metal criollo. A mediados de los 80, Baleirón integró el grupo Letal, acompañando a Ricardo Iorio. De aquel rapto metalero hay registro: en YouTube se encuentra una grabación maltrecha de "Solución suicida" en la que toca Baleirón y canta Iorio (luego la editaría Horcas en su disco Oíd mortales el grito sagrado, de 1992). Su gusto por el heavy y por el punk, género al que también estuvo relacionado (produjo el compilado Invasión 88 y también El cielo puede esperar de Attaque 77, que incluía el hit "Hacelo por mí"), sigue intacto hasta hoy, aunque su toque -como guitarrista y como productor- es en esencia pop.



Fuente: RollingStone Argentina.
Foto: Charlie Piccoli
Videos: YouTube

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