Los 100 mejores guitarristas argentinos: el top ten

Llegamos al final de nuestro gran listado: de Pappo a Chizzo, pasando por Skay, Mollo, Cerati y Spinetta; mirá el ranking y opiná.


1. Pappo por Juanse
Para ser un gran guitarrista no hace falta ser un gran técnico; lo más importante es la composición. El dominio del ritmo, la melodía y la armonía son fundamentales, y Pappo fue el que nos enseñó eso, consciente o inconscientemente. Su actitud frente al instrumento lo elevó hasta llegar a esa cima que es estar en el escenario del Madison Square Garden con B.B. King, el origen del blues personificado. Y a mí me transmitió esa magia, esa oportunidad de sentir o expresar lo fantástico que encierra el mundo del sonido de la guitarra.

Yo era chico cuando escuchaba el solo de "El tren de las 16", que es uno de los mejores solos que escuché en mi vida: la técnica, el sentimiento, el fraseo... y la habilidad casi acrobática de crear ese solo, ya en esa época. En el nudo del solo, hay una atmósfera que hace que realmente uno se conmueva al escuchar semejante potencia y creatividad. Creo que ningún músico puede permanecer indiferente a eso. Una vez en los 90, en El Roxy de Rivadavia y Ayacucho, fuimos a zapar y habíamos consumido un poco de LSD. A eso de las cuatro y media de la mañana, Pappo empezó a tocar un solo, y no paró hasta las doce y media del mediodía, cuando le avisamos que nos teníamos que ir.

Pappo no es uno de los mejores guitarristas del mundo porque sí, sino porque es la conjunción ideal: en él se conjugan el carisma, la administración de las notas y la composición. Ojalá lo tuviéramos entre nosotros todavía, pero hablo desde lo humano. Porque creo que, musicalmente, con lo que hizo tenés para armar más de cien carreras artísticas.



2. Ricardo Mollo por Gustavo Santaolalla
Hendrix revoluciono la guitarra electrica porque buceo en las raices del blues y lo proyectó al futuro. Stevie Ray Vaughan continuó ese idioma. Y, para mí, en ese linaje el tercero es Ricardo Mollo. No por casualidad desarrolló su sonido con la Stratocaster, aunque tenga infinidad de guitarras. Porque hay algo en la forma de su articulación, de cómo tocar y de hacer los bends, que viene de ese lenguaje. Pero, por otro lado, también incorporó arrastres de Yupanqui e influencias más criollas, en la forma y en el vibrato. Tiene que ver con los dedos, y con cómo estira. Por eso, su solo en "El arriero" es una pieza fundamental.


Es un tipo muy dúctil. Su musicalidad no se limita al rol del lead guitar. Ricardo también se encuentra cómodo tocando un reggae, una chacarera o un blues. Mollo tiene un conocimiento real de los aparatos, y eso le da ventaja sobre otros violeros. En La era de la boludez, por ejemplo, laburó con equipos de bajo Bassman, pero pichicateados. Su uso de los pedales es alucinante, porque no se nota. Todo fluye y es natural. Además, para tocar rock & roll tiene que haber una cuota de desborde, de diversión. Tocar con una zapatilla o con los dientes no es para cualquiera. Y no hay muchos en el mundo que lo hagan tan bien como él.



3. David Lebón por Claudio Gabis
David Lebón aparecio en escena en la segunda fase de los orígenes del rock nacional, cuando se estaban disolviendo Manal, Almendra y Los Gatos, alrededor de 1971. Era un momento de grandes zapadas y encuentros en los clubes sucesores de La Cueva que fue abriendo Billy Bond y donde surgió La Pesada. David era muy joven, recién había llegado de Miami, donde se había criado y no solamente era talentoso y virtuoso tocando el bajo, la batería y la guitarra, sino que tenía el touch exacto de la música norteamericana.


Como guitarrista es de los mejores, sin duda. Es el que mejor interpretó en Argentina la manera estadounidense de tocar: en la forma de estirar las cuerdas, en el fraseo de la guitarra, la manera de encarar los solos y en un sonido muy pulido y sofisticado. David es un clásico, nunca necesitó desarrollar un estilo muy personal y exótico; siempre fue un guitarrista exacto, que toca lo que tiene que tocar, la nota justa en el momento justo, bien centrado en lo que está tocando, en el ritmo y muy metido en la forma del blues rock americano de los 70 a los 80. Hay muy pocos elementos de tinte jazzístico y no hay influencia de Jimi Hendrix, no hay psicodelia. Hay que pensar en los Allman Brothers, ese tipo de rock americano, ese tipo de sonido que también tienen ZZ Top y Stevie Ray Vaughan. Y estamos hablando de rock, una música de origen afroamericano, un lenguaje que a David le es propio. El siempre sonó como un tipo de allá, más que cualquiera de nosotros.



4. Luis Alberto Spinetta por Dante Spinetta
Tuve la suerte de ver a mi viejo componiendo canciones de las que son clásicas, porque las hacía en el living de casa. Y no tenía una fórmula, no era matemática: era magia.


El siempre escuchó Hendrix, pero tenía influencias que iban más allá de los guitarristas: Bill Evans, Miles Davis. Quizás esas influencias de armonías más jazzeras mezcladas con los Beatles y su tango, su Buenos Aires, generaron ese sonido tan propio que tiene. Su guitarra era como su lírica, también. Mi viejo fue un autodidacta fuera de serie: no sabía qué estaba tocando en cuanto a acordes o partituras (algo que heredó de su padre, Luis Santiago, guitarrista y cantor de tangos). Por eso su forma de tocar la guitarra es única en el mundo.

Nunca se apegó a una guitarra. Cuando se aburría, las cambiaba o las vendía: iba en busca de la perfección y tenía el ojo del águila para elegir el instrumento ideal. Creía que las notas son energía; y la combinación de las notas, alquimia. Y él fue uno de los grandes magos.

Muchas de sus canciones, como "Post-crucifixión" o "Suspensión", tienen riffs épicos. Pero mi viejo era un excelente guitarrista rítmico. Las guitarras rítmicas que hacía mientras cantaba son increíblemente difíciles de tocar. Por eso pienso que, muchas veces, los mejores violeros son los que hacen una canción hermosa. Y ahí es donde mi viejo les gana a todos.



5. Claudio Gabis por Ricardo Tapia
Manal fue la unica banda de blues que en la argentina compuso muchisimos temas en tonalidades menores. Y la guitarra de Gabis, junto con las letras de Javier Martínez, es lo que define la identidad del grupo. Porque Claudio hacía la diferencia: son pocos los guitarristas que, en el rock local, tocan en tonos menores. Y él, como B.B. King, incluye esas notas aunque el tema esté en tonos mayores. Probablemente eso tenga que ver con la influencia de guitarristas de jazz, como Wes Montgomery, Charlie Christian o el mismo Oscar Alemán.


A pesar de que luego viajó a Boston para estudiar en la Berklee y creció como guitarrista, su highlight compositivo fue en Manal. Fue un grupo tremendamente creativo, muy moderno para la época. Javier, un baterista excepcional, hacía un pequeño guiño y reducía los tiempos para que Gabis grabara solos memorables, que van por canales muy finos, con un sonido claramente jazzy. Un guitarrista muy particular, melódico y poderoso a la vez. En La Pesada, en la que se hacía más visible la influencia del blues inglés, el sonido de Gabis se hizo cada vez más eléctrico y poderoso, pero jamás perdió la dulzura.

Tuve la oportunidad de verlo trabajar en el estudio y es realmente minucioso: se sienta al lado del ingeniero y empieza a delinear la construcción del solo. Toca y toma notas de las ideas, hasta que empieza a grabar. Tiene la particularidad de ser un gran maestro, pero con curiosidad y respeto: incluso me preguntó cómo ajustaba ciertas afinaciones.



6. Skay Beilinson por Willy Crook
Skay nunca fue un guitarrista muy pirotécnico. Su mayor virtud es clavar una nota y que inmediatamente sepas que el que está tocando es él. Esa deformidad es una total falta de respeto a las estructuras del punteo de guitarra, y es lo que hace único a un guitarrista. Pero lo que verdaderamente hace que a Skay lo tenga en mi Panteón, junto a Frank Zappa, es que es muy cretino: toca exactamente lo que quiere. Y su sonido es el de alguien que no bajó de un ácido que tomó en el 73.


Entre sus solos, el de "El infierno está encantador" es uno de mis preferidos: es una entrada triunfal, rasgueada, estupenda. Sinceramente, eso es lo que me parece más interesante: es un fuera de serie porque no se parece a nada de lo que conocés. A mí me encanta que alguien haga música con más de una idea. Y también es de agradecer que no tenga solos gratuitos, que estén de relleno.

"El que no se equivoca, no está improvisando", decía Miles Davis. Y Skay es un improvisador de ley, siempre buscando en las escalas orientales, que tienen la virtud de estar muy apoyadas en el sonido. Porque Skay no es un guitarrista de digitación musculosa. Recuerdo que Tito Fargo le intentaba pasar frases complicadas del abc del guitarrista eléctrico, y él no las agarraba, creo que a propósito. Le gusta más ese andar por la oscuridad, amparado en las sombras, porque tiene mucha intención lo que hace. Es muy teatral, pero sin sobreactuaciones: le imprime la sensación de lo que está tocando. Hay frases medio circenses de la primera época de los Redondos, que tal vez tocadas por otro eran una porquería, pero a él le caen genial.



7. Gustavo Cerati por Richard Coleman
Lo primero que me impacto de gustavo, la primera vez que lo vi tocar, fue ese estilo de guitarra rítmica tan personal: una mezcla de funk con reggae, que marcaba el groove de las canciones. Y la utilización de acordes simples: hacía muchos acordes en primera posición, pero tocados con una precisión que hacía que sonaran mucho más grandes.


Siempre fue un buscador del sonido, un experimentador, a través de efectos o maneras raras de tocar. Es un maestro en el uso del delay, que viene de su admiración por David Gilmour y Andy Summers. Creo que en su obra hay una experimentación que llega hasta Dynamo, en la que el uso de la distorsión va creciendo. Hasta Canción animal, el sonido de la guitarra evoluciona con una coherencia, aunque ése sea un disco mucho más rockero que los anteriores. Y en Dynamo esa distorsión tan buscada y texturada llegó al extremo: había capas y capas de distorsión. Y fue una jugada muy valiosa poner "Primavera 0" en las radios y la televisión, con esa carga sónica tipo My Bloody Valentine. Soda se suponía que era una banda comercial, una cosa a la que Gustavo le fue escapando. Después de Dynamo, ya todo es un refinamiento en la guitarra. Ahí ya tiene todas las herramientas, y las combina según lo que necesite para cada canción.



8. Claudio Marciello por Flavio Cianciarullo
El tanito es de lo mas increible que yo haya escuchado musicalmente en mi vida. Afortunadamente, no sólo compartí con él escenarios, grabaciones: lo mejor de todo fueron las reuniones íntimas de guitarreada y zapada. Increíble. Su poder superlativo no se basa precisamente en una formación académica y eso es lo más curioso, sino que reside en una condición absolutamente natural, innata, superior; oído absoluto y genialidad, sumados a muchísimas horas de vuelo sobre la guitarra.


Si creemos en vidas que reencarnan, estaremos en condiciones de poder afirmar que el Tano, así como unos pocos, lleva dentro de sí espíritus antiguos que ya han tocado la guitarra en vidas pasadas. Una vez, entre comidas y vinos, escuchamos Fabulosos calavera, que recién se había grabado, y me cantó todos los acordes de cada canción, acertando. ¡Superior! Escribí en mi disco Flavio solo, viejo y peludo una oda-canción a él que se llama "Italianito" ("Quebrando los silencios de San Justo y su historial/ talento que hace el vicio de la noche entre las cuerdas/ tenía entre sus manos lo que más quería/ y cómo la hacía sonar/ y hasta los pibes se quedaban boquiabiertos/ decían que esa viola brillaba..."). También en mi libro de cuentos Rocanrol hay un texto titulado "Toma 1", que tiene un personaje inspirado en Marciello.



9. Ricardo Soulé por Emilio Del Guercio
Originalmente, la primera aproximación de Ricardo Soulé a la música fue como violinista y tuvo una instrucción clásica, de manera que cuando empezó a tocar la guitarra eléctrica su concepción melódica y la forma de poner las manos sobre el instrumento ya eran de por sí diferentes de las de otros guitarristas, especialmente en la escena del rock. Y se notaba. En ese paso que va del violín a la guitarra eléctrica, Ricardo logró un sonido muy interesante, con un gran manejo del arpegiado de acordes, pulsando las cuerdas de una forma en la que no suenan como una sola capa en bloque, sino que el acorde se percibe en todas y cada una de sus notas.


Sus conocimientos de músico clásico le sirvieron, además, para incorporar ciertos tipos de armonías que no son específicas del blues o del rock. "Presente", por ejemplo, tiene una progresión armónica clásica que, transportada a la estructura de un grupo de rock, da como resultado una cohesión muy interesante entre la armonía, la parte melódica y la rítmica. Es un ejemplo de cómo una canción popular, probablemente la más tocada y cantada en la historia de los fogones de la Argentina, puede tener un origen musical mucho más complejo del que aparenta.

Tocando en vivo, Soulé es un guitarrista muy seguro, muy sólido. Y simultáneamente canta, que no es algo simple de lograr cuando el nivel de lo que se ejecuta es alto. Ultimamente toca con una guitarra de luthier, bastante parecida a la Fender, y le saca un sonido muy compacto. Es un sonido que, aun cuando toca rock, tiene una carga de lirismo poco frecuente.



10. Gustavo Chizzo Nápoli
A mí lo que mas me importa en un musico es la originalidad. Y en estos años que estuve cerca de Chizzo, lo que me sorprendió fue ver cómo un tipo que no tiene una formación musical escolástica, que se fue envolviendo con el instrumento de una manera natural, original y salvaje, es realmente notable en la elección de las tonalidades que saca de su guitarra.


Le gusta mucho tocar con Gibson, y en especial con la Firebird. No hace mucho tiempo me invitó a participar en un recital de La Renga, en Mar del Plata. Yo hacía trece meses que no tocaba la guitarra eléctrica, porque vengo de atravesar una operación de pulmón muy dura. Y entonces Chizzo me dice, porque él tiene una manera muy motoquera de hablar: "Vení que tengo una Fender Telecaster que no sabés cómo anda". Fui y me pasó esa viola, que es la que ahora está usando más y que era una de las guitarras de Pappo.

En La Renga, Chizzo toca en situación de trío, que es algo totalmente liberador para un guitarrista. Pero, al mismo tiempo, es el cantante, la primera guitarra y el guitarrista rítmico: tenés que tener algo especial para llevar todo eso; y Chizzo lo tiene. Es sólido cuando se acompaña y está cantando, y mucho más cuando pasa y hace un despliegue de notas en un solo. Explora, que es uno de sus rasgos hermosos, y su toque es original, comparable al de Skay Beilinson; le pone sus iniciales a todo lo que hace, tiene su propio lenguaje. Chizzo toca como es. Y es un guitarrista totalmente apasionado: toca lo que le sale del corazón.



Mirá los otros puestos.

Fuente: RollingStone Argentina.
Foto: Archivo La Nación/Patricia Di Pietro
Videos: YouTube.

CGCWebRadio® #SoloRockNacional #24Hora #OnLine


Traductor